jueves, 29 de abril de 2010

Desconcertado

"Te mantiene despierto, no el que los enemigos esten sobre nosotros, sino el saber que tus compañeros dependen de ti" - Soldado de primera Irving.

Despertó...

No podía escuchar nada, salvo un pitido que se incrustaba en su cerebro. Todo daba vueltas a su alrededor, el mundo era una visión difusa de lo que debería ser.

Ahora... algo, en la lejanía, le preguntaba si se encontraba bien. Una cara familiar apareció delante suya, pero no fue capaz de recordar su nombre. Le decía cosas que no lograba entender.

Otro sentimiento, algo caliente le bajaba por el brazo derecho, una sensación de calidez... como si tuviese el brazo dentro de una bañera.
Otra cara, esta no la conocía, llevaba una cruz roja en su casco, y tenía cara de preocupación. La cara familiar seguía hablándole, ahora parecía que ya comprendía algunas de sus palabras.
“Bien... no te preocupes... de esta...”.

Algo le hizo mucho daño en su brazo, miro al hombre de la cruz roja y vio como había clavado algo en su brazo. Intentó detenerlo, pero su amigo lo detuvo “Esta bien, esta bien” le dijo.

Cuando el médico extrajo la herramienta, todo sus sentidos volvieron en si, provocandole un fuerte dolor de cabeza. Ya lo recordaba todo, habían sido enviados allí a acabar con la amenaza alienígena, pero antes de despertarse, su escuadra había sufrido un bombardeo por parte de los cruceros de batalla que circundaban la atmósfera del planeta. Esos malditos engendros del caos habían bombardeado cada centimetro cuadrado de la superficie de este magnifico planeta.

Malditos.

Ya con la voz recuperada, le preguntó a su amigo, que había sucedido con el resto de sus compañeros.
“Han muerto. Tuviste mucha suerte, el bombardeo solo te alcanzo parcialmente, y aquí Doc a podido salvarte, estarás bien. Pero, tengo una mala noticia... la operación, no ha salido todo lo bien que podría, tu brazo se recuperará, pero tus piernas... lo siento...”

Se irguió hasta quedar sentado, y se dio cuenta, horrorizado como ahora ya no tenia piernas... solo unos feos muñones.

Malditos.

jueves, 15 de abril de 2010

Lemartes, Guardian de los perdidos


Habían sucumbido a la rabia negra. Era mi deber guiarlos al combate. Jamás luché al lado de tan valerosos hombres” --- Capellán Lemartes, Guardián de los perdidos.


Los ángeles sangrientos cargaron contra el grueso de las tropas tiranidas intentando recuperar lo que al parecer eran uno de los artefactos que el propio sanguinus había llevado durante la expansión del imperio. Toda esa información carecía de fiabilidad, pero intentarían recuperar lo que allí hubiese fuese cual fuese el precio, ya que quizás conseguirían librarse de la maldición del capitulo, la rabia negra.


Solo los voluntarios acudieron a esta batalla, este ataque de marines espaciales, dispuestos a morir por una posibilidad mínima. El señor de la muerte había decidido guiar al capitulo y como no, una vez más Astorath el siniestro decidió despertar a Lemartes de su sueño en éxtasis para que liderase a la batalla a la compañía de la muerte, que en esta batalla iba a ser una unidad decisiva para la victoria.


Durante la batalla la compañía de la muerte cargo al frente de todo el ejercito de los ángeles y pese a sufrir una gran cantidad de disparos por parte de la horda tiranida con sus bioarmas, ningún hombre de la compañía de la muerte se digno a caer si no era en combate. Las armas tiranidas si que penetraron la sagrada servoarmadura, pero su voluntad férrea y su rabia era tan grande que ninguno de ellos sintió el dolor de ver su carne atravesada y quemada.

La mente enjambre, envió a uno de los tiranidos más mortíferos conocidos hasta el momento, el Trygon prime. Este descomunal alien, con una altura mayor de 5 hombres y un peso superior a un Land Rider, emergió desde las profundidades de la tierra, detrás de la compañía de la muerte, atacándoles por sorpresa mientras continuaban su avance, implacables, para recuperar el sagrado artefacto.

El ataque del monstruo acabo con la vida de varios de los marines que al fin pudieron descansar después de tantos años de rabia en su interior, pero el Capellan Lemartes y los pocos hombres que quedaban con él, lucharon valientemente contra la bestia. Al encontrarse el capellán entre ellos, la compañía de la muerte pudo coordinar mejor su ataque y mientras el monstruo se entretenía atacando a varios componentes de la compañía, el Capellan Lemartes aprovechó para amputarle, con la ayuda de su crozius arcanum dos de sus horripilantes extremidades. La bestia, con un aullido de dolor centro toda su atención en el capellán, que ahora era la mayor amenaza, y lo atravesó con una de sus afiladas garras.

El Capellán Lemartes, con una garra atravesándole el tórax, una herida que hubiese hecho que cualquier marine espacial cayese en combate, se sobrepuso al dolor y se enfureció aún más. Reunió fuerzas para asestarle un golpe mortal que le rebanó la cabeza al monstruo, el cual aún antes de morir, acabó con la vida de todos sus guiados, ya que su cuerpo sin vida se tambaleaba y luchaba como si su cuerpo siguiese completo.

Solo y herido, el Capellan Lemartes, cargó una vez más contra toda la horda tiranida, donde habían guerreros, tiranos de enjambre y muchos mas aliens apareciendo de todas partes...